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Nuestro país, nuestra escuela

Antes de iniciar, les comentamos que abrimos esta bitácora para compartir nuestras historias, no para dar explicaciones a preguntas innecesarias y comentarios que, más allá de guiarnos en este camino del aprendizaje, nos desgastan. A partir de aquí, nuestros textos van para quienes quieran leer un poco de nosotros y comprender parte de este camino.

Somos una comunidad dedicada con pasión a autoeducarse. En este viaje, nos atrevimos a llevar esta autoformación a distintas ciudades de nuestro país, al lado de familias a las que nos integramos temporalmente —que fue lo más valioso en estos meses de preparación—, cada una con sus propios aprendizajes, cuestionamientos y observaciones sobre lo que emprendemos; además, sobre la vida diaria, los sueños, el futuro y los muchos acontecimientos diarios. Esa aceptación del otro con sus ideas y sueños enriquece mucho nuestros días. A esa educación es a la que apuntamos: el respeto y la libertad de ser uno mismo en distintos espacios y contextos. Diariamente vemos como nuestra sociedad se aleja tanto de su propia humanidad que enseñar a nuestros niños y niñas la importancia de los lazos parece un objetivo difícil. Formar parte activa de una comunidad es importante y lo vamos aprendimos de nuestros ancestros; nuestras comunidades originarias nos dan luces a través del tiempo de la importancia de cada uno de nosotros, nuestra singularidad y cómo, debidamente integrada en la comunidad, se hace más sólida y fuerte: un aprendizaje vital heredado de nuestras madres y padres.

Al haber ‘vivido un día’, podemos partir y ser merecedores de vivir otro.

Walt Whitman

Nos escriben por interno para preguntarnos quiénes somos, cómo desarrollamos una estructura de educación como la que planteamos, qué buscamos con ella, etc. Para empezar, como comunidad, nuestras razones no obedecen a principios religiosos, pues educamos sin imposiciones de ninguna creencia y valoramos la historia en todo su amplio espectro y buscamos estudiar diferentes creencias. Nuestro norte viene de la preocupación de brindar los espacios adecuados de aprendizaje integral. Esta decisión conlleva un compromiso muy fuerte y, por ende, puede resultar frustrante para muchas familias sentirse sin un horizonte específico; por ello surgen preguntas (cómo hacer, por dónde iniciar), sobre todo si sabemos que muchos, como madre o padre, tuvieron que dejar de lado aspiraciones personales para enfocarse en el aprendizaje de sus hijos.

Si nos preguntan qué buscamos con esta travesía, el desafío es acompañar a nuestros niños y niñas a que este, su camino social e individual, lo transiten con respeto, amor y mucha responsabilidad de parte de ellos y ellas para con los demás, además de consigo mismo.

Karla Garcia.

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